La prueba o test de Schirmer tiene como objetivo comprobar la cantidad de lágrima producida y con ello, poder detectar alteraciones como el síndrome del ojo seco.
Esta prueba se realiza frecuentemente junto a otra orientada a analizar la calidad de la lágrima, factor igual de determinante para diagnosticar esta enfermedad. Una lágrima de mala calidad, aunque sea abundante, no mantiene el ojo lubricado. La calidad lagrimal se mide con pruebas que emplean tintes (siendo la más habitual la fluoresceína), permitiendo así comprobar cuánto tiempo tarda la película lagrimal en romperse.
La prueba de Schirmer resulta de gran ayuda para que el oftalmólogo pueda diagnosticar y encontrar un tratamiento adecuado para pacientes con sintomatología de ojo seco. Existen diferentes causas de esta enfermedad y por lo tanto, el tratamiento deberá ajustarse a cada caso.
¿Cómo se realiza la prueba de Schirmer?
Durante la realización de la prueba, el oftalmólogo coloca manualmente en el interior del párpado inferior de ambos ojos una tira de papel de filtro. Estas tiras presentan unas marcas milimetradas para medir el volumen lagrimal.
Para evitar una molestia excesiva que conlleve la irritación y una producción de lágrima mayor de lo habitual, el médico coloca las tiras en el extremo del ojo de tal forma que no roce la córnea. Además, algunos profesionales aplican con anterioridad al procedimiento unas gotas oftálmicas anestésicas.
Una vez colocadas las tiras, el paciente debe mantener los ojos cerrados durante 5 minutos. Transcurrido el tiempo indicado, el oftalmólogo las retira y evalúa la lágrima producida guiándose por la humedad del papel. Cuando se registran en torno a 15 mm de humedad se considera que existe una producción normal de lágrima, mientras que la producción es sospechosa cuando está por debajo de 10 mm. Aunque no es habitual, puede ocurrir que la producción sea diferente en cada ojo.
¿En qué casos suele recomendarse?
El test de Schirmer se realiza ante la sintomatología del síndrome del ojo seco, una patología inflamatoria de la superficie ocular que tiene como síntomas habituales la sequedad de los ojos, su enrojecimiento y el lagrimeo excesivo. Las causas de esta enfermedad son muy variadas, siendo algunas de las más frecuentes el envejecimiento, las infecciones del ojo como la conjuntivitis, o la artritis reumatoide. Algunos oftalmólogos también emplean este test antes de recetar a sus pacientes lentes de contacto, ya que para tolerarlas es importante que exista una suficiente producción de lágrima.
A pesar de ser una prueba que puede resultar molesta para el paciente, presenta importantes puntos positivos como su rapidez y la ausencia de riesgos para la salud. Además, es una herramienta muy eficaz que aporta al oftalmólogo la información necesaria para poder emitir un diagnóstico y proceder a recetar el tratamiento adecuado para mejorar sus síntomas.