La recomendación de que las mujeres miopes se realicen una cesárea para proteger su visión es obsoleta e innecesaria
En 2015, un estudio publicado en Lancet concluía que el 21% de los nacimientos en todo el mundo se realizaron por el método de cesárea, más del doble que hace dos décadas.
La cesárea es un procedimiento que salva vidas y en la gran mayoría de las ocasiones es necesario, pero hablamos de una cirugía mayor y conlleva numerosos riesgos, que incluyen la muerte materna, la hemorragia y ruptura uterina y en embarazos posteriores, la muerte fetal o el parto prematuro.
Debido a esto se han realizado muchos esfuerzos durante años para revertir esta tendencia e identificar a las mujeres que puedan recibir esta intervención innecesariamente.
Las mujeres con miopía tienen dificultad para ver objetos a distancia debido a que el ojo crece demasiado de adelante hacia atrás, por un cristalino demasiado grueso o problemas de curvatura de la córnea.
Un estudio científico publicado recientemente en la revista especializada Nature examina una circunstancia que se está dando en algunos países europeos, especialmente en Europa del Este, el número desproporcionadamente alto de cesáreas en madres con miopía en comparación con madres sin defectos refractivos.
Por ejemplo, en Croacia, las mujeres con miopía tenían 1,5 veces más probabilidades de dar a luz por cesárea que las mujeres que no eran miopes. Y las mujeres con miopía magna tenían casi cuatro veces más probabilidades de sufrir una cesárea.
El motivo es que existe la creencia de que las mujeres con miopía podrían correr riesgo de sufrir un desprendimiento de retina, una afección en la que la retina se separa de la capa que se encuentra debajo, en la parte posterior del ojo, lo que puede causar pérdida permanente de la visión o ceguera.
Sin embargo, mecánica o fisiológicamente, no existe ningún estudio científico de solvencia que haya respaldado esta creencia.
Las personas que son muy miopes pueden tener retinas más delgadas, que pueden romperse más fácilmente si hay algún cambio en el humor vítreo, lo que lleva al desprendimiento. Pero aunque la presión venosa en el ojo aumenta cuando una mujer empuja durante el parto, esta presión no tiene ningún efecto sobre el humor vítreo.
El embarazo puede desencadenar cambios en los ojos y la visión debido a las fluctuaciones en las hormonas, el cambio de metabolismo, la retención de líquidos, o los cambios en la circulación sanguínea y el sistema inmunológico que se producen durante todo el periodo del embarazo.
Estos cambios pueden hacer que el grosor y la curvatura de la córnea aumenten, por ejemplo, lo que puede alterar la visión. Por lo tanto, los oftalmólogos recomiendan a las mujeres embarazadas que no se compren gafas nuevas o que no se sometan a una intervención de cirugía láser.
Durante el parto, incluso realizando de forma continuada la maniobra de Valsalva, la exhalación forzada con las vías respiratorias cerradas para aumentar la presión del pecho y el estómago con el fin de empujar, este aumento de presión no causa desprendimiento de retina.
En algunos casos puede provocar la ruptura de los capilares del ojo y afectar la visión, una afección conocida como retinopatía de Valsalva, pero no es grave y normalmente desaparece por sí solo.
Incluso a las mujeres embarazadas con problemas oculares preexistentes como la retinopatía diabética, una afección causada por los altos niveles de azúcar en la sangre que dañan la retina, no se les recomienda una cesárea de manera rutinaria.
Incluso a las mujeres en las etapas más avanzadas de la enfermedad, cuando los vasos sanguíneos anormales pueden provocar sangrado o desprendimiento de retina. Los datos actuales no son lo suficientemente importantes para que se les practique una cesárea.
Pero por desgracia en algunos países como Polonia, un pequeño porcentaje de las cesáreas se realizaron siguiendo una recomendación escrita de un oftalmólogo, en estos pocos casos, los problemas oculares fueron el único motivo del procedimiento, y la miopía encabezó la lista de motivos oftalmológicos.
Por suerte se están realizando esfuerzos para reducir el número de cesáreas realizadas por enfermedades oculares aún más y se está consiguiendo a que se reduzcan de manera casi definitiva. Sin embargo, aún quedan algunas zonas de Europa, especialmente en zonas rurales, donde se debe romper la relación entre la miopía y las cesáreas.
Lo cierto es que muy pocas enfermedades oftalmológicas contraindicarían un parto vaginal, aunque cada caso hay que verlo de forma individual por un oftalmólogo. En casos de miopía muy elevada conviene realizar un examen conocido como fondo de ojo antes de finalizar la gestación. Esta prueba sirva para conocer la existencia de un problema o enfermedad visual o para conocer el avance o no de un tratamiento.