Con el nombre de fotofobia se conoce a la molestia ocular que se produce cuando los ojos expuestos a una luz muy brillante o una iluminación excesiva se cierran de forma espontánea con intención de calmar la molestia o el dolor que tal iluminación produce. Dicho de otra manera, se define como una elevada sensibilidad frente a la estimulación lumínica que puede ocasionar dolor o malestar.
Este trastorno puede aparecer bajo diversos grados de intensidad, yendo desde una molestia superficial ante fuentes de luz muy intensas hasta la total intolerancia de una gran parte de las fuentes lumínicas que existen normalmente. Si esta sensibilidad excesiva a la luz aparece de forma muy constante se habla de un trastorno agudo y suele considerarse como el efecto secundario de otras afecciones existentes. Por otro lado, esta extrema sensibilidad a la luz puede estar relacionada con ciertos problemas oculares.
Las fuentes lumínicas que pueden ocasionar estas molestias pueden ser tanto naturales como artificiales. Esta patología se pone especialmente de manifiesto cuando se produce un cambio brusco de luminosidad, es decir, cuando se pasa de un ambiente con una determinada iluminación a otro donde la intensidad de luz es muy superior a la anterior.
Entre los síntomas que suelen aparecer cuando se padece este trastorno se pueden destacar lagrimeo, cierre de los ojos, enrojecimiento de los ojos, mareos, cefaleas, problemas de visión e incluso problemas gastrointestinales como nauseas o vómitos.
Causas de la fotofobia
La sensación de malestar y dolor ocular que se experimenta cuando se sufre este trastorno es causada por la activación de los receptores del dolor ante la existencia de una luminosidad elevada.
Esta activación puede estar ocasionada por diversos factores, siendo el más común las patologías propias del globo ocular como pueden ser la conjuntivitis, el glaucoma o las cataratas. La presencia de heridas quirúrgicas, arañazos o lesiones también puede ser el desencadenante de la activación de los receptores del dolor que origine un malestar considerable.
La uveítis, irritación e inflamación de la úvea o capa media del ojo, la iritis, inflamación del iris o el chalazión, formación de una protuberancia en el ojo, son patologías oculares que pueden desencadenar en la aparición de una elevada sensibilidad a la exposición lumínica.
Las características particulares del ojo están también relacionadas con la aparición de este trastorno. Las personas con color de ojos claro suelen ser especialmente propensas a esta hipersensibilidad a la luz puesto que la penetración de la luz en el ojo se produce de forma más profunda que cuando se tienen ojos oscuros.
Diagnóstico y tratamiento para la fotofobia
El diagnostico de este trastorno de la visión se puede detectar realizando un examen por parte de profesionales de la visión, mediante un estudio de movimientos oculares, de las pupilas, de la parte anterior del ojo y de la presión ocular.
Para establecer el mejor tratamiento para la fotofobia es necesario determinar el origen del problema.
Siempre es recomendable evitar la exposición a luces intensas y en muchas ocasiones se hace necesario el uso de gafas de sol para poder permanecer en el exterior sin problemas. El consumo de vitamina B12 resulta también recomendable para ayudar a una mejoría de estos síntomas.
El asesoramiento de un oftalmólogo experimentados es la mejor manera para poder conocer el origen del problema y establecer el camino más adecuado para conseguir reducir los síntomas y conseguir una vida mucho más confortable.
Por este motivo, desde la Clínica González Costea, clínica oftalmológica de Murcia, recomendamos la realización de una revisión oftalmológica anual a todos nuestros pacientes. De esta forma, nuestro equipo se encarga de llevar el seguimiento de cada caso individual con la intención de prevenir y tratar cualquier problema que pudiera surgir a tiempo.