¿Qué es una trombosis ocular? Síntomas, causas y tratamiento
La trombosis ocular o retiniana es la oclusión de las venas y arterias de la retina. Esto significa que se produce un estrechamiento que impide o dificulta el paso de fluidos por estos conductos.
Existen tres tipos de trombosis ocular que pueden afectar a un paciente:
- Oclusión de la vena central de la retina.
- Oclusión de la rama venosa.
- Oclusión hemicentral de la retina superior o inferior.
En el primer caso se produce un bloqueo de la vena central por un trombo, ocasionando pérdida de la visión que varía de estado leve a grave. En el segundo, la obstrucción ocasionada por el trombo se produce en las intersecciones de venas y arterias. El último de los casos se comporta de la misma manera que la oclusión de la vena central.
Causas de la trombosis ocular
Una de las principales causas de la trombosis ocular es la arteriolosclerosis. Su incidencia aumenta con la edad y se intensifica con enfermedades como la diabetes y la hipertensión arterial. Otros factores de riesgo son el sedentarismo, la obesidad, la hipertensión ocular, el consumo de tabaco y el colesterol alto.
Además, el glaucoma y el aumento de la presión ocular como causa de un traumatismo pueden ser factores de riesgo. Una patología como el síndrome isquémico ocular también puede ser un factor de riesgo producto de la hipertensión, una cardiopatía isquémica, diabetes o enfermedad cerebrovascular. El paciente debe estar atento a la pérdida total o gradual de la visión y tomarlo como un factor determinante para acudir al oftalmólogo.
Síntomas de la trombosis ocular
La pérdida de la visión en mayor o menor grado es el síntoma principal y se manifiesta como pérdida brusca, disminución de la agudeza visual, visión borrosa o distorsionada y disminución en el campo de la visión.
Los signos de la trombosis ocular son siempre valorados por un oftalmólogo especialista. Éstos incluyen tortuosidad vascular, dilatación venosa, hemorragias de la retina y edema macular. El edema macular es la inflamación y acumulación de líquido en la mácula, que es la parte del ojo encargada de la visión central y la visión de los detalles. Se produce cuando los vasos sanguíneos de la retina tienen filtraciones que dejan pasar sus fluidos.
Diagnóstico de la trombosis retiniana
Existen tres formas de diagnosticar esta condición. La primera es una angiofluoresceingrafía que comprueba la extensión de la isquemia, es decir la disminución o detención del flujo de sangre por las arterias, y el edema macular, en caso de que hubiera alguno. Además, confirma la aparición de vasos sanguíneos anormales.
La segunda forma implica la realización de una tomografía de coherencia óptica que analiza el grosor de la retina y estudia sus capas para aportar información sobre la mácula y la posible presencia de edema macular. Por último, el campo visual proporciona datos sobre la isquemia y el pronóstico visual.
Tratamiento de la trombosis
El tratamiento de la trombosis retiniana depende del tipo de trombosis. Según el tipo, sus objetivos son evitar las complicaciones posteriores a la oclusión y mejorar la visión. En el primer caso, se busca compensar de alguna manera la trombosis para poder estabilizar la visión del paciente. Por otra parte, se intenta mejorar la visión del afectado ya que, al tratarse de daños a la retina, es posible una recuperación parcial de la agudeza visual.
El tratamiento de las distintas patologías oculares debe ser analizado por un profesional teniendo en cuenta cada caso en particular.
Existen dos métodos que utiliza la mayoría de los profesionales como tratamiento. Uno de ellos es la aplicación del Láser Argón sobre la retina afectada. Este tratamiento permite prevenir sangrados intraoculares asociados a la trombosis. La trombosis puede llevar a un comportamiento errático de los vasos sanguíneos que, si no se tratan, podrían ocasionar una mayor pérdida de la visión e incluso ceguera. El Láser Argón, por lo tanto, evita que los vasos sanguíneos ocasionen problemas secundarios.
Otro de los tratamientos de elección consiste en una inyección intraocular de fármacos antiangiogénicos y corticoides. Asimismo, un profesional podría indicar fármacos que promuevan la circulación y ayuden a disminuir la coagulación de la sangre con el objetivo de prevenir la aparición de nuevas trombosis.
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