¿Qué es la iritis? Síntomas, Causas y Tratamiento
La principal función del iris es regular la cantidad de luz que llega a la retina y como tal, está ubicado en la parte frontal del tracto uveal del ojo, mientras el cuerpo ciliar y la coroides quedan detrás de él.
La iritis, también conocida como uveítis anterior, es una inflamación interna del ojo que afecta principalmente a esta zona, pudiendo producir enrojecimiento del globo ocular, dolor, sensibilidad a la luz, lagrimeo y visión borrosa.
En aquellos casos en los que dicha inflamación afecta tanto al cuerpo ciliar como al iris, se identifica como iridociclitis.
Por el contrario, cuando la inflamación ocular se presenta en la parte posterior del ojo se le denomina uveitis posterior. La uveítis posterior es un problema grave que puede llegar a ocasionar una pérdida de visión relevante, especialmente en aquellos casos en los que se padezca una afectación macular por inflamación o un edema macular cistoide.
En cualquiera de los casos expuestos, desde la Clínica Oftalmológica González Costea recomendamos realizar una revisión ocular con urgencia ante cualquier sospecha de su presencia. Puedes solicitar una con nuestro equipo rellenando el formulario que encontrarás en esta misma página.
Realizaremos un estudio exhaustivo de tu caso para ofrecerte las mejores soluciones para la salud de tus ojos.
Causas de la iritis
Esta patología afecta principalmente a personas entre los 20 a 50 años, pero también puede producirse en los niños.
Las causas de la iritis son diversas, entre las más comunes destacan las siguientes:
- Traumatismo ocular o quemadura química en el ojo.
- Enfermedades autoinmunes la presencia de ciertas enfermedades, como la enfermedad de Crohn o la psoriasis, aumenta el riesgo de padecer la inflamación del iris.
- Trastornos inflamatorios de la columna vertebral, inflamación de las articulaciones y tendinitis.
- Espondilitis anquilosante uno de los síntomas de la enfermedad es una infección del iris, que puede repetirse una y otra vez con la consecuente inflamación de la zona.
- Infección ocular por virus, parásitos o bacterias
- Predisposición genética: aunque puede darse en ambos sexos, es más frecuente en las mujeres.
Es importante destacar que en dos tercios de los casos, no se conoce el origen de la patología.
Síntomas de la iritis o uveitis anterior
Los principales síntomas son dolor, enrojecimiento, visión borrosa, alteración de la visión, aumento en la producción de lágrimas, y sensibilidad a la luz o fotofobia.
Además el iris se vuelve opaco y las pupilas se hacen más pequeñas. La córnea y el cristalino en algunas ocasiones pueden alterarse. A veces hay un edema del párpado superior, y los movimientos del globo ocular resultan dolorosos.
¿Cuándo hay que acudir al médico?
Ante síntomas como el dolor ocular o los ojos enrojecidos hay que consultar al médico de inmediato. La sensación de un cuerpo extraño en el ojo o la reducción de la visión deben ser controladas de inmediato por un médico. En ocasiones la enfermedad puede ser asintomática y volver a reproducirse en algunas semanas o meses.
Hay que consultar al médico si la visión empeora repentinamente o si persiste la visión borrosa. Las personas que padecen borrelia o clamidia son particularmente susceptibles al desarrollo de la enfermedad. Los pacientes con una enfermedad reumática o autoinmune pertenecen al grupo de riesgo y deben consultar de inmediato con un médico ante la aparición de cualquier síntoma.
Tratamiento y diagnóstico
La enfermedad debe tratarse inmediatamente para evitar un daño irreversible en el ojo que cause problemas permanentes de visión o glaucoma. El tratamiento depende de la gravedad de la inflamación. El objetivo es suprimir la inflamación, aliviar el dolor y prevenir daños en el ojo o la pérdida de la visión.
El tratamiento de la iritis consiste en la administración de fármacos antiinflamatorios, como gotas o pomadas antiinflamatorias sin cortisona. También es importante el uso de un fármaco para dilatar la pupila. Si hay un alto grado de iritis, deben administrarse dosis más altas de cortisona en forma de comprimidos. Incluso se puede llegar a realizar inyecciones de cortisona bajo la conjuntiva.
Cuando se reduce la inflamación el paciente debe tomar los preparados de cortisona en dosis bajas y de forma menos frecuente. Este procedimiento tiene como objetivo prevenir posibles recaídas. Cuando la enfermedad está causada por una bacteria se suelen administrar antibióticos.
Para facilitar la curación se recomienda, igualmente, llevar una mayor higiene ocular. También hay que proteger el ojo de agentes irritantes, como el polvo, el calor y la luz solar intensa. Se recomienda limpiar el ojo con regularidad y eliminar cualquier tipo de residuo que afecte a la zona inflamada.